Apartado de nutrición
Para evitar que tu hijo coja sobrepeso, tienes que proporcionarle una alimentación equilibrada. La base: comer un poco de todo de manera razonable.
Para un niño, lo ideal sería:
Cuatro comidas al día (merienda incluida), sentado, tranquilo y, si es posible, en familia.
Cinco raciones de frutas o verduras al día.
Algo de alimentos con alto contenido en fécula en cada comida.
Carne o pescado una vez al día (no más).
Leche o productos lácteos tres veces al día.
Un desayuno que incluya una ración de cereales, un lácteo y fruta fresca.
Un único tentempié (o merienda) al día: la merienda (limitada en horario y en cantidad).
Nada de picotear fuera de las comidas.
Y, sobre todo, enseña a tu hijo a identificar lo que siente: a comer cuando tiene hambre, ni más, ni menos. Es mejor centrar tu discurso sobre su bienestar en vez de en su peso, noción vaga que puede hacerle sentirse culpable.
Las costumbres alimenticias que hereda tu hijo las guardará toda su vida. Así que vale la pena esforzarse los primeros años.
Sólo un 1% de los casos de obesidad infantil se deben a una causa médica (genética o de origen endocrino). Así que en el resto de casos, deben adoptarse una serie de costumbres lo antes posible.
Piensa en "verde": no tiene porqué ser biológico o fresco (no siempre tenemos el tiempo o el dinero necesario), pero intenta que sea lo menos industrial posible: es mejor que coma una barrita de chocolate y un trozo de pan que un pastel, una fruta mejor que una compota… Incluso una hamburguesa “hecha en casa” es mucho mejor que una de una cadena de comida rápida. Los productos industriales siempre tienen grasa, azúcar o sal añadida: si consume productos naturales, reduces el aporte calórico y acostumbras al niño a los sabores “reales” de los alimentos.
. Moverse: anima a los niños a que salgan a jugar fuera en lugar de quedarse viendo la tele o jugando con la videoconsola o el ordenador. ¿Cómo? Sal a pasear con ellos cuando tengas tiempo, y anímales a que inviten a otros amigos (estarán menos tentados por las pantallas de tv etc.) y apúntales a actividades físicas… Los especialistas recomiendan media hora de actividad física diaria.
No hagas de la comida una solución para todos los problemas: para muchos padres, un niño con buena salud es sinónimo de estar regordete y tienen tendencia a cebarles en cuanto llora. Ahora bien, a pesar de que sea cierto que un niño alimentado llora menos, es peligroso acostumbrarle a la idea de que la comida le consolará: también puede llorar para manifestar que necesita mimos, atención, dormir…
No culpabilizar al comedor escolar: no existen estudios que demuestren una relación entre la obesidad infantil e ir al comedor escolar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario